En principio este artículo iba cómo Henry Cavill ha hecho más, en los últimos años, porque Warhammer 40000 sea conocido que toda la publicidad de Games Workshop. Pero conforme lo iba escribiendo más aspectos se iban hilando, así que cuando termines de leer tal vez no tenga mucho sentido en conjunto. Qué le vamos a hacer: éste es mi blog y lo hundo como me sale.
Volvamos al principio de mis pensamientos. Henry Cavill publica de vez en cuando en Instagram que le mola Warhammer y que su ejército son Adeptus Custodes. Cavill, el tío que ha interpretado al Superman más mazado y a Geralt de Rivia. El tipo con 27 millones de seguidores en Instagram. Por comparar: el canal oficial de GW en Instagram tiene medio millón de seguidores, en Twitter (f*ck you, Melon) 130000 y creo que ya se ve por dónde voy. Un pedo de Superman tiene más alcance para el público general que cualquier cosa que haya hecho Games Workshop. Y si costarle a la empresa un duro.
No quiero hacer de menos también a Rahul Kohli, que lleva a gala ser un frikazo de 40k, del rol, de videojuegos y lo que se tercie. Si hasta ha doblado al personaje de Boltgun.
Antes que ellos: Vin Diesel, Deborah Ann Woll o Joe Manganiello, que habían dicho en público que juegan rol y hasta participado en actividades (ya más de nicho) con Critical Role. Sin olvidar a los protagonistas y guionistas de Stranger Things. O Nacho Vigalondo en el programa “Nadie sabe nada”, haciendo por explicar qué es el rol y dirigir una partida a Buenafuente y Berto.
La visibilidad de Henry Cavill (y muchos más)
Hace décadas que asisto a conversaciones más o menos acaloradas sobre cómo hacer llegar los hobbies “raritos” a más gente. Tanto para atraer nuevas generaciones como para que no nos miren raro. Soy de la generación que vivió de bastante joven los crímenes del rol. Tanto el de Javier Rosado como el de Javier Rabadán, a los que la prensa sensacionalista relacionó con malicia al rol (que, a día de hoy apenas tiene referencias a eso, pero en su día se hizo mucho hincapié en que le gustaba Final Fantasy y se peinaba como su protagonista). La parte del estigma la conozco bien.
Y, al final, lo que más ha ido sacando estas aficiones del “pozo” es que gente famosa diga en público que le molan. El espécimen prototipo de quien juega a Warhammer o a rol ya no es un tipo con problemas de aseo, lleno de granos y con cero aptitudes sociales. Al menos ya no. Quien juega puede ser alguien molón, así que esos juegos con dados y muñequitos deben ser cosas molonas.
Pero qué suerte ha tenido esta última generación con tener gente así que diga a todos “oye, esto mola”.
La normalización
Los esfuerzos de personas “de a pie” desde dentro de la frikisfera (por llamarlo de alguna manera), bienintencionados, meditados y necesarios, no han tenido la misma relevancia. Ni pueden. Porque una acción local tiene un impacto local. Pero los famosos llegan a tener un alcance global y por eso resultan en tanta importancia.
Tal vez han sido acciones locales las que han conseguido que esas personas de alcance global acaben jugando a cosas “frikis”. Seguramente ha sido un ejemplo de efecto dominó. Estos famosos que hoy muestran puertas han tenido infancia y se han relacionado con personas como tú y como yo. Que hayan entrado en estas aficiones no es casualidad: ha sido fruto de su entorno.
Que exista ese entorno previo, local, sano, y se disperse, gracias al impacto de gente como Cavill, sólo puede redundar en una bola de nieve que atraiga a más gente aún.
Nota: no pongo aquí los nombres de esas personas reales y normales que se dejan la piel para extender ese entorno local previo y sano, porque son tantos que no cabrían. Pero gracias a todas y todos.
La representación
Henry Cavill es un señor (estupendo) que pinta moñecos y juega con ellos. Deborah Ann Woll es una señora (estupenda) que juega rol. La chavalería que admira a cada uno de ellos es desigual. La gente a la que alcanzan es diferente. Así, las personas a las que el uno y la otra pueden atraer a las aficiones, y normalizar, son por completo distintas.
Los referentes con quienes cada individuo tiene características en común, con más importancia cuanto más relevantes resultan en su día a día, son clave. Y salvando las distancias del nivel de fama (no tengo pruebas pero tampoco dudas), estoy bastante seguro de que Woll habrá traído (proporcionalmente) más chicas al rol que Cavill. Por ejemplo.
¿Y qué decir de Stranger Things? La imagen y actitud de los protagonistas al inicio no dista mucho del arquetipo de rolero que se tenía en los ochenta. No, el arquetipo (o prejuicio) no era ni guaperas ni de porte heroico. ¡Pero son gente que mola! Parecen chavales normales y jugadores de rol (y luego viene la historia de la serie), que no necesitan estar cañón para ser top.
El mensaje general es estupendo: “Ya hay todo tipo de gente jugando rol. También gente como tú. Cualquiera puede ser bienvenido al mundillo”. Y esto es estupendo porque (aunque ya muy mercantilizado por las empresas), en cada juego o universo, se va viendo una diversidad de entidades y personajes cada vez más abierta en la que cualquiera puede encontrarse.
La reacción interior: ponerle puertas al frikismo
Siempre que hay una acción hay una reacción en la misma dirección y sentido opuesto. En el caso de la frikisfera está, sobre todo, formada por los gatekeepers: esa gente que opina que sus aficiones son mejores cuanta menos gente haya y más estatismo haya. Es irónico porque, bajo sus propios criterios, es fácil que los mismos gatekeepers tuvieran que dejar su afición. Pero, qué le vamos a hacer, no es algo basado en la lógica sino en un sentimiento.
El gatekeeper siente que su afición es tan parte de sí que, si entra más gente, se diluirá, dejará de ser lo que cree que es y le obligará a cambiar. Por supuesto que esto no es así, porque: ni la afición le pertenece, ni el resto del mundo va a ir a cambiar su historia y forma de disfrutarla. A la inmensa mayoría del mundo le importa un pimiento cómo disfruta o deja de disfrutar algo el resto.
Por suerte ponerle puertas al frikismo es imposible. El gatekeeping sólo sirve para que algunos se hagan un cercado alrededor y se aíslen, mientras el resto del mundo avanza.
Lo único que hay que hacer es rodearlos, dejarlos de lado si quieren quedarse aquí, y continuar un camino que ya es inevitable.
Encima uno de los que va en cabeza es Superman.