El Desafío 30 días toca a su fin con la entrada del día 30. Si a vosotros os sorprende que estén en tiempo y forma todas las entradas no os digo a mí. La de ayer, sin ir más lejos, va de mis manías. Hoy toca hacer una reflexión sobre qué deberían ser más los juegos de rol.
Creo que los juegos de rol deberían ser más…
En realidad menos. Menos chivo expiatorio de cualquier crimen atroz que se ponga en el foco durante una temporada. Hace ya años de los crímenes de Javier Rosado y José Rabadán, y todavía hay mucha gente que cree que es una afición de asesinos. Y no es porque nos hayan faltado divulgadores roleros, es que la maquinaria periodística más amarillista tiene mucho más alcance y poder. Por favor, señores periodistas, busquen otras cabezas de turco que no sean los juegos de rol. Ni los videojuegos, ya puestos.
Por otro lado y aquí sí que más. Estaría bien que los juegos fueran más asequibles y accesibles, porque algunas líneas se han puesto a unos precios que entrar en ellas es un auténtico privilegio. Lo de las ediciones de lujo se nos está yendo de las manos, señoras editoriales. Que está muy bien tener manuales enormes en tapas duras, con varias cientos de páginas a todo color, pero ediciones de batalla estarían muy bien.
Estaría también muy bien que volviera la bonita costumbre que había de sacar kits introductorios en plan libretillo de unas pocas páginas. Tengo todavía por ahí alguna de Shadowrun y recuerdo muchas más. Aquello molaba mucho. Una introducción al trasfondo, un vistazo por encima de las reglas del juego y hasta algún bosquejo de aventura. Sin gastarte un chavo podías juzgar si un juego te podía interesar o no, porque ya tenías nociones de todo lo importante. Gloria bendita.
Y hasta aquí esta entrada del día 30 y el Desafío en sí mismo. Espero que no os hayáis aburrido mucho, porque yo he pasado un mes de lo más entretenido y ocupado. ¡Nos vemos en el próximo!
