Carátula de la película Killer Mountain (Ascenso mortal). En ella se ve una chica rubia, con abrigo azul, cubriéndose la cara con horror antes de ser devorada por un bicho que parece una serpiente cruzada con un lagarto, cruzados con una colección de alfileres de tantos pinchos que tiene y que, en lugar de lengua, le salen tentáculos de pulpo de la boca.

Serie B: Ascenso mortal (Killer Mountain)

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El canal SyFy nos trae este telefilme, de nombre Killer Mountain en su idioma original. Supongo que para diferenciarla de Snowman’s Pass, otra película del 2004 que aquí también se llamó Ascenso mortal y que tiene pinta de ser tan mala como ésta. Ascenso Mortal cumple con todos los requisitos de la serie B y seguramente más de uno y más de dos de la serie Z.

No nos engañemos, con el título podríamos llegar a pensar que estamos ante una copia de Máximo Riesgo, una película muy aprovechable de Stallone. De cuando Renny Harlin hacía películas al menos entretenidas. Nada más lejos de la realidad.

El argumento de Ascenso mortal

Un grupo de gente, pagada por el típico rico excéntrico, es enviado a una remota, peligrosa y sagrada montaña. ¿A qué? A buscar a un grupo de montañeros que se ha perdido. ¿Qué hacía el grupo que se ha perdido? Le seguía la pista a un grupo de montañeros que se había perdido antes. ¿Te suena? Hasta aquí hay 1000 películas de serie B iguales. Y después de aquí también.

El protagonista principal es Aaron Douglas (Galen Tyrol en Galactica), que es el escalador más torpe, inepto y fuera de forma que puedas imaginar. Entre el grupo está su ex (y éste no es el tropo más sobado de la película), Emmanuelle Vaugier, que es científica. Esto dará lugar a las consabidas escenas de «jo, con lo que yo te quiero siempre pero las cosas no funcionaron». Obvio.

Igual de obvio es que el excéntrico ricachón busca algo más que sólo encontrar a la gente que se ha perdido. Nada es lo que parece, nos ocultas algo pero seguimos adelante, la montaña es sagrada para los nativos pero mejor no hagamos caso… ya sabes. Por supuesto la montaña es sagrada porque en ella vive el enésimo bicho legendario y milenario, que va a dedicarse a desayunar montañeros.

Y ya está. No hay más. ¿Quieres saber si derrotan al bicho y se salva alguien? Si ya lo sabes, no preguntes cosas que ya sabes.

La crítica de Killer Mountain

Crítica corta: imposible de tragar sin ir fumado. No la toques ni con el palo de otro.

Crítica larga. He visto cientos de películas de serie B y puedo decir que muchas son divertidas por lo malas que son. Ahí está la gracia, claro, pero Ascenso mortal no es una de ellas. Ascenso mortal es mala hasta en la parte de ser mala. Lo killer de la Killer Mountain es el aburrimiento. Todo a partir de aquí son spoilers que no son spoilers porque te lo ves venir todo.

Las actuaciones son malas, los diálogos dan pena, los personajes y sus acciones son estúpidas. Y son todos sordos. El músico y el montador también son sordos, en serio. La música de la película asciende de intensidad y tiene su momento más épico en el momento en que un helicóptero aparece y aterriza sin inconvenientes en un momento con cero tensión. El monstruo es enorme y hace muchísimo ruido, pero nadie lo oye jamás. Los científicos hacen perforaciones usando explosivos plásticos, pero al monstruo le resbala todo. Monstruo que, por cierto, es una serpiente en una montaña con nieves perpetuas. ¿Quién dijo sangre fría? Naves industriales llenas de hierros oxidados pretendiendo pasar por estructuras de civilizaciones perdidas. Militares que aparecen y se pasean a pleno pulmón por un sitio en que los científicos «necesitaron» tomar una droga experimental para poder asimilar tan poco oxígeno. Unos efectos especiales tan malos que hacen parecer moderno a Ray Harryhausen.

En definitiva muchas cosas que desaconsejan muy mucho la visión de Ascenso Mortal.

¿Y si hubiera continuación? ¡Hay bicho, ahí estaré!

Carátula de la película Killer Mountain (Ascenso mortal). En ella se ve una chica rubia, con abrigo azul, cubriéndose la cara con horror antes de ser devorada por un bicho que parece una serpiente cruzada con un lagarto, cruzados con una colección de alfileres de tantos pinchos que tiene y que, en lugar de lengua, le salen tentáculos de pulpo de la boca. Una joya de la serie b.

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