Ursula K. Leguin inventó docenas de términos a lo largo de sus novelas, como en La mano izquierda de la oscuridad. Warhammer 40000 tiene el «alto gótico» con unos parecidos más que razonables con el latín pero no lo es. Por no hablar de los idiomas completos que Tolkien inventó para su universo de la Tierra Media. Con motivos así es más que suficiente para darle una importancia al lenguaje en el worldbuilding y cómo según su uso puede ayudar a hacer más familiar o ajeno el universo de la ficción.
Como no soy tampoco un entendido y al final mi interés está sobre todo en los juegos de rol, en esta ocasión voy a centrar el tiro en lo que puede aportarnos según si queremos generar familiaridad o un sentido de extrañeza, descubrimiento y maravilla. Y ahora, si me acompañas…
Extrañeza: el asombro de lo exótico
Este uso del lenguaje en el worldbuilding es, por lo general, el primero que siempre nos viene a la mente. Al fin y al cabo, cuando le damos una pensada, lo evidente es utilizar idiomas y términos que resulten exóticos y fuera de lo común. Porque, ya sea en juegos de rol o literatura de fantasía, lo habitual es buscar el distanciamiento de la realidad cotidiana y que quede claro que estamos en otro mundo. El uso de palabras innecesariamente complejas, términos inventados, jerga tecnológica o idiomas ficticios introduce ese punto de distancia y extrañeza que colabora en el exotismo del universo.
Star Trek no tendría el mismo glamour si cambiara «Spock está en su pon farr» por «Spock va caliente no, lo siguiente». Tampoco sería lo mismo si la Guardia Imperial del Imperio de Warhammer 40000 usara walkietalkies en lugar de vocoemisores. O si los saltamontes alienígenas de Distrito 9 se comunicaran con el acento de un señor de Murcia.
Hay dos peligros, no obstante. El primero es cuando el abuso de terminología hace la narración confusa o incluso absurda. La distancia entre algo y su propia parodia es muy pequeña. El otro es cuando se extiende tanto que se acaba volviendo común. Como ha pasado con algunos términos del cyberpunk, que han terminado colonizando el Mundo Real™. Es mejor utilizar este recurso con prudencia y mesura.
Familiaridad: el encanto de lo conocido
Lo malo del lenguaje de uso común es que pasa desapercibido, pero justo esa es una de sus virtudes, porque cumple su función sin interrumpir.
Utilizando términos familiares de lenguaje en el worldbuilding damos mucha información en muy poco espacio y hacemos la narración más cercana a quien lee. O a los implicados en los juegos de rol. Los términos comunes nos dan información que ya conocemos y la ponen en un contexto de fantasía, evitando más explicaciones. No importan las palabras en sí tanto como lo que nos dicen. Puede incluso que un término sea «falso» o inexistente en el contexto del del universo en que lo vemos usado, pero da igual: porque tiene un sentido para quien lee.
Por ejemplo, en El café de las leyendas (Legends and Lattes, de Travis Baldree), todo gira alrededor del café. Tú y yo sabemos lo que es el café. ¿Pero existe la palabra «café» en los idiomas de ese mundo de fantasía? ¿Puede una orca siquiera pronunciar esa palabra? Es más, ¿existe el café tal como lo conocemos? Lo cierto es que en ese universo existe, y nos podemos preguntar si coincide en todo lo que entendemos como tal. Pero no importa. Porque para nosotros, lectores, «café» tiene todo el significado y las connotaciones que el autor busca.
Pero, ¿cómo se justifica que en un universo de fantasía se usen términos así? La literatura misma lo hace ya. El cine, las novelas, los propios juegos de rol, «ocurren» en el contexto idiomático de quien participa de ellos: el lenguaje en sí está ya adaptado a la comprensión del lector.
Si había un sentido y algo que contar sobre el tema, me temo que ya ha llegado a su fin. Si te ha gustado este artículo, hay otro sobre Lugares comunes en el rol y otras ficciones que puede interesarte.
2 respuestas
¿Pero por qué no va a haber café? Tienes pinos, rosas, trigo… y que problema hay en el café amigo. Eso lo puedes decir si te hubieses inventado tú propia flora prescindiendo de la nuestra, pero si hay trigo, piñas, cerdos y caballos, pues café también.
Como digo en el artículo: da igual si hay o no hay café. O pinos, rosas, trigo, piñas, etc. Porque lo importante es el uso del léxico para transmitir cercanía o extrañeza. Y al usar la palabra «café» ya transmite la cercanía necesaria para la narración.