Defínete como jugador es lo que toca en éste, día 27 del Desafío 30 días. Después de cosas tan sencillas como elegir un dado preferido, aburridas como sitios extraños de jugar, o juegos anhelados en la dirección. Defínete como jugador, como si fuera fácil. O como si fuese a encontrar fácil los defectos, que también tengo. Así que más bien esto es cómo creo que soy como jugador, que es más honesto.
En general creo que soy la clase de jugador que a mí me gustaría tener. Ya sabes, trata a los demás másters como te gustaría que te trataran a ti.
Salvo que vaya a probar un juego nuevo así un poco de rebote en jornadas, que tampoco me prodigo mucho, me gusta tenerme miradas las reglas de antes, por ejemplo. Soy de los que les colabora en el grupo, aunque haya tenido los más y menos, porque me parece de lo más bonito del rol. Puedo comentar tras la partida cosas con el DJ si algo no me cuadra, pero no suelo interrumpir la partida para eso. Tampoco soy de esos jugadores que hacen experimentos raros para explotar los trasfondos ni monta historias enrevesadas sólo para justificar lo único que es; a ese respecto prefiero algo sencillo pero con particularidades que hagan a mis personajes memorables sin estridencias.
Sobre todo soy de los que respetan la creación del máster. Porque si el narrador tiene el valor de estar dirigiendo un universo conocido y alterar la historia, esa valentía me parece digna de no estar diciéndole cada dos por tres «pues el canon dice que…». Que le peten al canon. Si como jugador quisiera algo canónico al 100% me leería una novela.
¿A que molo como jugador? ¡Pues dirigidme algo, que por temporadas paso mucha sequía de partidas! ¡He dicho!
Tras este final de jugador llorón también os recuerdo que la próxima entrada es pura ciencia ficción: cómo me defino como director de juego. Ja.
