Entramos en la recta final del Desafío 30 días de temas roleros, con sorpresa para todos sin haber fallado ningún día. Hoy, en el día 28, el tema es defínete como director de juego, el reverso oscuro de la entrega de ayer sobre cómo soy como jugador. De nuevo cualquier parecido con la realidad es pura alucinación de autoimagen.
Resumiendo. Como director de juego, y creador de aventuras, puedo definirme como metódico, detallista y, sobre todo, vago. Me explicaré.
Soy muy vago. Hasta el punto de que prefiero inventarme aventuras propias o monstruos, para así no tener que memorizar cosas que ya han creado otros. Habrá quien piense que inventarse las cosas es más esfuerzo que leer algo ya hecho. Para nada. Por favor, qué pereza leer aventuras ya escritas y tener que acordarse. Al crearlas yo me basta el momento de hacerlas para que se me queden en la memoria. Y encima estoy seguro de que me gusten. ¿Te imaginas leer una aventura ajena, que encima puede ser larga, para que al final no me guste?
El blog se nutre en buena parte de esto, ya que acabo teniendo montones de monstruos, equipo, NPCs y de todo, hechos a medida.
Metódico y detallista también un rato. Procuro ponerme en la piel de los jugadores, repasando todas las barrabasadas que se les puede ocurrir y taparle agujeros a las aventuras y adversarios antes de que lo hagan. No para evitar que las hagan, sino para que resulten ser retos complicados pero manejables. Así siempre consigo que cualesquiera acciones descerebradas o estúpidas sean realizables, sin que el resultado sea mortal. Lo importante es la rule of cool.
En este punto también debería comentar que yo siempre he pensado que era un master mamá. Pues resulta que mis jugadores no tienen la misma impresión. Según la opinión más generalizada soy un máster bastante cabrón, porque mato poco pero se las hago pasar canutas y mutilo mucho. Bah. No me arrepiento.
La siguiente entrada del Desafío 30 días va de manías. Porque todavía no me han salido bastantes vergüenzas.
