A lo largo de las próximas entradas voy a hablaros un poco de un tema que puede resultar importante: la paridad sexual y la sexualidad misma en Tipos Duros. Creo que puede resultar interesante dada la inspiración, obvia y reconocida, que Tipos Duros tiene en el cine de acción y que éste está protagonizado en su mayor parte por hombres.
No es difícil establecer una analogía contundente entre los héroes de acción del cine y la literatura actual con los héroes de los mitos clásicos y las historias del ideal caballeresco. En esta coyuntura lo fácil sería decir que los héroes son siempre hombres y la mujer, el mal llamado sexo débil, queda relegado a ser objeto de rescate y al puesto de malvada y taimada antagonista que usa su capacidad de seducción para poner en aprietos al protagonista.
Sería faltar a la verdad si dijéramos que la mujer no sigue teniendo esos papeles en las historias de acción, como también sería hacerlo decir que se limitan a esos roles.
En los universos de los tipos duros el sexo débil es de todo menos débil.
Incluso si partimos de las féminas que, por los motivos que sean, son las víctimas, nos encontramos con personajes capaces de defenderse como gatos panza arriba y tener momentos de poner en aprietos incluso al más avezado villano. La esposa del héroe, incluso sin ser una tipa dura, puede odiar el violento y peligroso trabajo de éste y querer que deje la placa y la pistola, pero lo ha visto demasiadas veces trabajar como para poder coger su revólver y volarle la tapa de los sesos a ese antagonista que amenaza a su marido. La hija, secuestrada y maltratada por quienes quieren acabar con el padre, seguramente “ex” de tantas agencias de seguridad que habría que inventar siglas nuevas, ha aprendido a usar la navaja mariposa con una maestría capaz de seccionarle la femoral, sin mirar, al desgraciado que ose usarla como escudo humano.
En el mundo de Tipos Duros las víctimas del sexo débil no lo son por débiles, sino porque se las ataca a traición con una fuerza excesiva. Los Tipos Duros (los masculinos) podrían acabar igual de victimizados, y a veces ocurre, si no fuera porque los malvados parece que sólo saben hacer una emboscada decente por película.
Aquellas que no entran en el rol de víctima (rol que, dicho sea de paso, es unisex) no tienen, además de forma muy clara, nada que envidiarle a sus homólogos masculinos: son máquinas de picar carne y pulverizar huesos como el más grande y más cuadrado de los Tipos. Parten y reparten en calidad y cantidad suficiente como para acabar con una organización criminal al completo, arrasar con el crimen de una ciudad, vérselas con robots enviados a asesinar a su hijo y machacarlos o ganar una guerra entre criaturas sobrenaturales sin despeinarse, entre muchas otras.
Y es que el sexo de los protagonistas no afecta en el proceso de apretar un gatillo o en la metodología básica con que fragmentar huesos y hacer que un enemigo deje de fumar. En la mesa del clásico teniente de policía han saltado astillas cada vez que una Tipa Dura ha llegado allí quejándose de que han dejado libres a los cabrones que ella había enjaulado, en el barrio nadie osa levantar la voz cuando hay una descansando en su porche y nadie en la Casa Blanca le lleva la contraria a esa agente del servicio secreto de la que ni en la CIA saben realmente de dónde ha salido.